Billetes, monedas, caen y se apilan como es de rutina, menos café, menos pan seco, el aroma a arroz rancio se entremezcla con la del moho, la bolsa está cayendo, es la oportunidad, los billetes siguen contabilizados descoloridos y las monedas suenan cada vez más molesta; el banquero ha desaparecido, las deudas desde hace mucho han explotado, a su hogar lo vendió muy barato y ha olvidado de saborear su significado. Lo esconden en el sótano, abrigado con la humedad, las hormigas se comen sus sobras mientras recorren su ser, sus uñas encajan sobre las llagas de sus muslos, esos billetes desde hace mucho dejaron de ser reales, esas monedas desde hace mucho saben a botones, la bolsa desde mucho tiempo anda normal e indiferente a este ser de apariencia pálida que termina sus días balbuceando sobre un interesante mercado bursátil del que un día escuchó en su red social.
